miércoles, 27 de agosto de 2008

Combates contra el Terrorismo

El hiperterrorismo islamista aterriza en suelo español y europeoAunque los atentados del Grupo Islámico Armado (GIA) en suelo francés, en 1995 y 1996, e incluso el secuestro del Airbus de Air France en el aeropuerto de Argel en diciembre de 1994 con la intención de estrellarlo sobre París, constituyen antecedentes importantes de terrorismo islamista con objetivos ambiciosos en Europa, es destacable que los atentados de Madrid –por su sofisticación y sobre todo por el número de víctimas constituyen la primera manifestación de una verdadera amenaza que se cierne sobre países que hasta ahora habían permanecido a salvo de acciones de terrorismo masivo y globalizado. Los atentados confirman dramáticamente a España y a los demás socios de la Unión Europea (UE) lo que ya quedaba recogido en la Estrategia de Seguridad Europea aprobada por el Consejo Europeo en diciembre de 2003: que el terrorismo constituye una de las principales amenazas –ya no se habla de riesgos y que todos los Estados miembros de la Unión comparten el estar amenazados por la red al-Qaeda.
Desde la perspectiva de la investigación sobre estos atentados y con la mirada ya puesta en la prevención de ataques futuros del mismo tipo en cualquier rincón de la UE o del resto del mundo, es dramático observar cómo algunos de los detenidos el 13 de marzo, dos días después de la masacre, eran ya conocidos de los servicios de seguridad y de inteligencia que combaten a las redes terroristas islamistas. El marroquí Jamal Zugam, de quien se sospecha que participó directamente en los atentados, había sido detenido por orden del Juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón el 17 de septiembre de 2001.


Como viene ocurriendo con muchos de los detenidos en operaciones policiales contra el terrorismo islamista en gran parte del mundo, Zugam no fue procesado, por falta de pruebas, y dos años después ha quedado dramáticamente confirmada la vinculación de este ciudadano marroquí con el terrorismo islamista. Ya en el Informe sobre al-Qaeda elaborado por el Juez Garzón y hecho público el 17 de septiembre de 2003, éste recuerda cómo el domicilio de Zugam había sido registrado por orden suya en fecha tan temprana como agosto de 2001, semanas antes del fatídico 11-S. La difusa línea que separa el apoyo político o la contribución financiera a determinadas causas más o menos legítimas, del proselitismo de causas terroristas y de la misma pertenencia a grupos terroristas, que lo es especialmente en el caso del islamismo, pero de la que también tiene experiencia España en su lucha contra ETA y su entramado político, financiero y propagandístico, explica que nos encontremos con situaciones lamentables como la presente. Es algo que hay que replantearse también a la hora de analizar las prematuras reacciones de algunos círculos que ridiculizaron en su momento la “Operación Laguna”, lanzada por las fuerzas de seguridad españolas el 24 de enero de 2003 contra círculos islamistas radicales en Cataluña, en la que la falta de solidez de las pruebas obligaba a liberar a los detenidos para tiempo después volver a convocarlos por orden judicial dada la lentitud con que generalmente se avanza en este tipo de investigaciones. Afortunadamente, el combate contra un terrorismo tan sutil y sofisticado como es el islamista sí ha dado resultados en el terreno de la prevención, aunque muchas veces no se valoran suficientemente y quedan eclipsados por tragedias como la ahora ocurrida en España. No obstante, es preciso destacar algunos de estos casos que nos permiten confirmar cuál debe de ser el camino a seguir, en términos de cooperación internacional reforzada, para prevenir que hechos así se vuelvan a repetir:



• La detención en Alicante, el 22 de junio de 2001, y en aplicación de una orden internacional de captura emitida por un juez francés, del ciudadano argelino Mohamed Bensakria, un importante miembro de la red al-Qaeda en Europa que dirigía el Comando Meliani y que había logrado escapar de una operación de los servicios de seguridad alemanes en Francfort en diciembre de 2000. Dicha célula, perteneciente a la red de Osama Bin Laden, preparaba atentados masivos en Estrasburgo.
• La desarticulación el 4 de abril de 2001 por los servicios de seguridad italianos del Comando Várese de al-Qaeda que, dirigido por el tunecino Sami Ben Khemais Essid y formado por ciudadanos de varios países magrebíes, preparaba también atentados masivos y cuya detección temprana había provocado el cierre durante cuatro días de la Embajada de EEUU en Roma en enero de 2001. Un año después, en febrero de 2002, ocho ciudadanos marroquíes pertenecientes a otra célula ingresaban en prisión en Roma acusados de preparar un atentado contra la Embajada estadounidense en la capital italiana, hecho que demuestra la determinación terrorista por destruir objetivos ya prefijados, como ocurriera entre el atentado contra el World Trade Center de Nueva York en 1993 y su posterior destrucción en septiembre de 2001.

Ambos ejemplos, anteriores al 11 de septiembre de 2001, proporcionan importantes lecciones en términos de coordinación internacional de lo que debe de ser el combate contra al-Qaeda, y ello antes incluso de que la Comunidad Internacional en su conjunto conociera siquiera el nombre de esta siniestra red y comenzara a adoptar medidas coordinadas para combatirla, que se están mostrando insuficientes por dos motivos principales: porque siguen sin coordinar los diversos frentes de la lucha antiterrorista –el específico de seguridad, junto al político, al económico y al propagandístico en sentido amplio en contextos tanto nacionales como internacionales, y porque con frecuencia no se es capaz de prever y, por tanto, de prevenir la gran capacidad de adaptación de los grupos terroristas a las circunstancias cada vez más hostiles en las que tienen que actuar. Ilustraremos estas afirmaciones a continuación en un epígrafe dedicado a quienes se dibujan como los autores de los atentados del 11-M.

No hay comentarios: