miércoles, 27 de agosto de 2008

La Primera Guerra Mundial

En los primeros momentos los países beligerantes eran, por una parte, los Imperios centrales (Alemania y Austria), y en el bando contrario Rusia, Francia, Bélgica y Serbia. Sin embargo, el conflicto fue generalizándose y otras potencias se sumaron progresivamente a la contienda: Inglaterra, Japón, Italia, Rumania, Grecia, Portugal y Estados Unidos tomaron partido por los aliados, en tanto que Turquía y Bulgaria se unieron a los Imperios centrales. La guerra así configurada poseía un carácter muy diferentes al de los anteriores conflictos Bélicos que se habían conocido en el mundo, pues en ella se enfrentaban la totalidad de las primeras potencias industriales y, de una u otra manera, casi todos los países del mundo resultaron afectados por sus consecuencias. Además de su enorme extensión geográfica, la guerra se reveló pronto como un enfrentamiento inusitadamente largo, lo que implicó la necesidad de poner en marcha todos los recursos materiales y humanos en cada país. De esta forma, la contienda adquirió el carácter de una guerra económica, en la que los bloqueos de las rutas marítimas y comerciales tenían tanta o mayor importancia que los combates en el campo de batalla. Esta nueva dimensión de la guerra trajo como consecuencia el fortalecimiento del intervencionismo estatal en todas las cuestiones económicas y sociales de cada país, así como la implicación en el conflicto de toda la población civil, a la que fue preciso movilizar psicológicamente, apelando a sus sentimientos patrióticos, para conseguir la aceptación incondicional de los grandes esfuerzos y sacrificios que debía padecer. Otra importante novedad de la guerra fue la utilización de nuevas armas y materiales (fusiles automáticos, ametralladoras, artillería pesada, aviones, gases asfixiantes, tanques, camiones, submarinos) y el perfeccionamiento de los métodos de espionaje y de los sistemas logísticos y de comunicación.




En los comienzos de la contienda los alemanes iniciaron una ofensiva <> (el plan Schlieffen), destinada a destruir rápidamente las defensas francesas y proceder a continuación a la ocupación de Rusia. Esta guerra de movimientos comenzó con una penetración fulminante en Bélgica y el norte de Francia, pero, de forma inesperada, el mariscal francés joffre consiguió contener el avance alemán en el Marne. A partir de ese movimiento las líneas defensivas de ambos ejércitos quedaron consolidadas a lo largo de un frente de más de 800 kilómetros, en lo que comenzó a configurarse como una guerra larga y encarnizada que no se decidía en mese para ninguno de los bandos. Mientras tanto, en el frente occidental los ejércitos alemanes, dirigidos por Hindenburg, vencieron a los rusos en Tannenbert, localidad de Prusia oriental, al tiempo que el avance austriaco quedaba detenido en los Balcanes. A finales de 1914 Japón entro en la guerra y ocupo las posesiones alemanas en China y en el océano Pacifico. Entre 1915 y 1916 tuvo lugar denominada guerra de desgaste, en las que las potencias beligerantes pusieron en práctica todos los recursos económicos, militares, políticos e ideológicos disponibles para intentar vencer la resistencia del enemigo. En 1916 los alemanes iniciaron una intensa ofensiva en Verdún con la intención de romper el frente de trincheras y penetrar en la zona dominada por Francia. La defensa francesa, dirigida por el general Petaín, consiguió contener el ataque y, tras diez meses de sangrientos combates, los alemanes tuvieron que retirarse de Verdún. A pesar de este fracaso, la Entente reforzó sus posiciones en el frente oriental, principalmente tras la ocupación de Varsovia (1915), de serbia y de Rumania (1916). En 1917 se produjo un importante cambio en la situación de la guerra. El cansancio se hacia sentir en todas las naciones beligerantes y el hambre, la miseria y las epidemias comenzaban a minar la moral de combate de los soldados y la población civil. En tales circunstancias, la entrada en la contienda de Estados Unidos, provocada por los ataques alemanes contra los navíos estadounidenses que comerciaban con Inglaterra y Francia, significo la ruptura del equilibrio bélico que hasta entonces se había mantenido, hecho que se acentúo con la decisión de numerosas naciones latinoamericanas de apoyar económicamente a los aliados.

Por otra parte, en ese mismo año se produjo el estallido de la revolución social en Rusia, donde el nuevo gobierno bolchevique decidió firmar la paz con Alemania. El tratado de Brest-Litovsk supuso, en efecto, la desaparición del frente oriental, aunque el ejército alemán continúo manteniendo un fuerte contingente de tropas en la frontera rusa.
En marzo de 1918, antes de que se produjera la intervención directa de las tropas estadounidenses, el ejército alemán, dirigido por Hindenburg y Ludendorff, emprendió una gran ofensiva en la región de la Picardía. La nueva guerra de movimientos alcanzo su momento culminante en la segunda batalla del Marne, donde el mariscal francés Foch, al mando de las tropas aliadas, consiguió rechazar el ataque. Durante septiembre y octubre de ese mismo año se produjo la capitulación de Bulgaria, Turquía y Austria, al tiempo que en Alemania el deterioro de las condiciones de la vida de la población y los ecos de la revolución bolchevique minaban la estabilidad política del II Reich. En noviembre Guillermo II abdicó e inmediatamente se proclamó la República alemana, denominada por el Partido Socialdemócrata. El nuevo gobierno, consciente de la imposibilidad de continuar la guerra, se apresuró a firmar el armisticio con las potencias aliadas, hecho que tuvo lugar el día 11 de noviembre en el bosque francés de Compiegne.

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