miércoles, 27 de agosto de 2008

Guerra Fría

Estados Unidos y Rusia iniciaron sus enfrentamientos en 1917, cuando los revolucionarios tomaron el poder, creando la Unión Soviética, y declararon la guerra ideológica a las naciones capitalistas de Occidente. Estados Unidos intervino en la Guerra Civil rusa enviando unos 10.000 soldados entre 1918 y 1920 y después se negó a reconocer el nuevo Estado hasta 1933. Los dos países lucharon contra Alemania durante la II Guerra Mundial, pero esta alianza comenzó a disolverse en los años 1944 y 1945, cuando el líder ruso Iósiv Stalin, buscando la seguridad soviética, utilizó al Ejército Rojo para controlar gran parte de la Europa Oriental. El presidente estadounidense Harry S. Truman se opuso a la política de Stalin y trató de unificar Europa Occidental bajo el liderazgo estadounidense. La desconfianza aumentó cuando ambas partes rompieron los acuerdos obtenidos durante la Guerra Mundial. Stalin no respetó el compromiso de realizar elecciones libres en Europa Oriental. Truman se negó a respetar sus promesas de envío de indemnizaciones desde la Alemania derrotada para ayudar a la reconstrucción de la Unión Soviética, devastada por la guerra.








Los funcionarios estadounidenses, preocupados por la presión soviética en Irán y Turquía, interpretaron un discurso de 1946 realizado por Stalin como la declaración de la guerra ideológica a Occidente. En 1947 el presidente propuso la denominada Doctrina Truman, que tenía dos objetivos: enviar ayuda estadounidense a las fuerzas anticomunistas de Grecia y Turquía, y crear un consenso público por el cual los estadounidenses estarían dispuestos a combatir en un supuesto conflicto. Alcanzó ambos objetivos. Ese mismo año, el periodista Walter Lippmann popularizó el término Guerra fría en un libro así titulado. En el Congreso estadounidense hubo una serie de interrogatorios a los que se dio gran publicidad sobre las actividades procomunistas en Estados Unidos. El investigador más conocido, el senador Joseph Raymond McCarthy, dio nombre a una era de intenso anticomunismo. En 1948 los Estados Unidos lanzaron el Plan Marshall (Programa de Recuperación Europea), dotado de 13.000 millones de dólares para reconstruir Europa Central y Occidental. Cuando Stalin respondió aumentando su control sobre Europa Oriental y amenazando la posición de Occidente en Alemania, Truman ayudó a crear una alianza militar —la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)— y a establecer una Alemania Occidental independiente.
La Guerra fría aumentó en los años 1949 y 1950, cuando los soviéticos llevaron a cabo su primera explosión de una bomba atómica y los comunistas de China conquistaron todo el país. Éstos firmaron una alianza con Stalin, pero Estados Unidos se negó a reconocer al nuevo régimen. En Japón, entonces bajo control estadounidense, se aceleró el desarrollo económico para luchar contra el comunismo asiático. Cuando Corea del Norte, comunista, invadió Corea del Sur en 1950, Truman envió al ejército estadounidense a la acción. El conflicto, conocido como guerra de Corea, concluyó tres años después con una tregua que dejó la frontera anterior a la guerra. En 1953 Stalin murió y Truman abandonó su cargo, pero ambas partes siguieron su lucha por Europa.


La URSS intentó proteger a la Alemania Oriental comunista de una importante pérdida de población construyendo el que pasaría a ser denominado Muro de Berlín en 1961. Cada superpotencia también intentó influir en las nacientes naciones de Asia, África, Oriente Próximo y Latinoamérica. En América del Sur, el Caribe y en América Central tanto los movimientos insurgentes como los permanentes golpes de Estado estuvieron, muchas veces, enmarcados en este conflicto. La Doctrina de la Seguridad Nacional surgida en la década de 1960 influyó en toda Sudamérica, produciendo permanentes violaciones de los derechos humanos. En 1962 surgió una grave crisis cuando la URSS instaló misiles en Cuba, por aquellos años su nuevo aliado. El presidente John Fitzgerald Kennedy amenazó con represalias nucleares y los soviéticos retiraron los misiles a cambio de la promesa de aquél de no invadir Cuba. La crisis de los misiles produjo desencuentros en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Calmados por esta crisis, los soviéticos también se debilitaron cuando los dirigentes chinos se separaron de Moscú y los europeos del Este comenzaron a mostrar su descontento. El nacionalismo demostraba ser más fuerte que el comunismo. Mientras tanto, Estados Unidos estaba luchando en la guerra de Vietnam, sangrienta acción militar en un fallido esfuerzo por conservar Vietnam del Sur. Además, la superioridad económica de posguerra de Estados Unidos fue retada por Japón y Alemania Occidental (República Federal de Alemania). Hacia 1973 las dos superpotencias enfrentadas acordaron una política de distensión; fue un intento de detener la costosa carrera armamentista y frenar su competencia política, militar y económica en el Tercer Mundo. Sin embargo, la distensión duró hasta 1980, cuando tropas soviéticas invadieron Afganistán para salvar el régimen marxista gobernante. El recién elegido presidente estadounidense Ronald Reagan inició una gran concentración de armas y nuevos retos para los grupos apoyados por los soviéticos en las naciones emergentes.


En 1985 Mijaíl Gorbachov, representante de una nueva generación de líderes soviéticos, llegó al poder en la URSS. Él y Reagan acordaron reducir la presencia de las superpotencias en Europa y moderar la competencia ideológica en el mundo entero. Las tensiones se redujeron cuando se retiraron las tropas soviéticas de Afganistán. A principios de la década de 1990 Gorbachov cooperó en gran medida con los esfuerzos militares estadounidenses para derrotar la agresión de Irak en Oriente Próximo.
La Guerra fría terminó en Europa cuando las recién liberadas naciones de Europa Oriental eligieron gobiernos democráticos y se unificó Alemania, se detuvo la carrera armamentista y la competencia ideológica cesó al ponerse en duda el comunismo. El presidente estadounidense George Bush declaró la necesidad de un ‘nuevo orden mundial’ para sustituir la rivalidad de las superpotencias que había dividido el mundo y alimentado la Guerra fría.
En mayo de 1997, tuvo lugar la firma de un acuerdo histórico entre Rusia, presidida por Borís Yeltsin, y la OTAN, cuyo secretario general era el español Javier Solana, que permitía la ampliación de este organismo a los países del antiguo bloque soviético sin que aquel Estado lo considerase un acto hostil. Dicho acuerdo, recogido en el Acta fundacional sobre las relaciones mutuas de cooperación y seguridad entre la OTAN y la Federación Rusa (ratificado el 27 de mayo en París), suponía que dicho organismo y dicho Estado dejaban de considerarse adversarios, razón por la cual numerosos analistas lo consideraron el fin definitivo de la Guerra fría.

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